Invítenme a ver…
Medio me están cansando de invitarme a
“pensar”. Quizá miro donde no hay, pero cada vez menos sutil es la práctica de
lanzar bolos ensalivados y medio digeridos para que terminemos por masticar
veinticinco veces y podamos deglutir dejándonos un buen sabor de boca. No conformes con heredar una estructura de
pensamiento, es decir, una jarra con una forma determinada y determinántica, también hemos de recibir
inspiraciones acerca de lo que hay
que preparar y poner dentro. Finalmente quedamos convencidos de que lo que
tenemos ahí es efectivamente licuado de “wasamamaya” y “choconostle” aunque
no sepamos qué demonios es eso, ni qué propiedades tiene, además de cuánto durará en
buen estado. Pero suena lógico, novedoso (no nuevo) y reta mi capacidad al
punto de rebasarla por concesión, reconociendo al chef como líder gastronómico
y a su procesador de alimentos como un dispositivo irreproducible, por el que debo
pagar horas maquila cada que Dios y el tiempo me lo permitan…
La mente, mis queridos amigos, se comporta como un
conjunto de músculos, pero no existe esteroide tal que incremente su desempeño
de la noche a la mañana, hay que ejercitarla y el dominio de la misma se logra
con la persistencia, la técnica y el autoconocimiento. Nos pueden decir mil y
un veces cómo usarla pero un solo vuelo libre nos hace capaces de aislar sus
“movimientos” y capacidades, logrando posteriormente con esto, la ejecución
autónoma de ejercicios estrictos e impecables.
La mente debe de ser elástica,
basta ya de alardear sobre una mente muy “abierta”, una plataforma sin guías y
en constante movimiento es incapaz de generar algo estable, eventualmente una
mente abierta deja entrar y salir
TODO, la mente al igual que una matriz, debe ser capaz de mantener dentro
algunas cosas por 28 días, Si! Y otras por nueve meses, una matriz sin tono
muscular deja caer el producto y es incapaz de “servir”, una mente abierta
eventualmente al igual que una matriz expuesta se seca y es incapaz de ver
nacer un carajo.
Las fibras musculares de la mente se suelen desgarrar. Una
mente que no conoce los movimientos básicos de la calistenia, es 4 veces más
propensa a sufrir una lesión si se le tira en una trayectoria repentina cuando
no hay esa elasticidad adquirida con antelación. Ante una exigencia violenta la
mente en las “menos” de las ocasiones cuestiona lo que intempestivamente se le
ordena. Ejemplo: “Aguas pendejo!!!” el sujeto en cuestión asume la
responsabilidad (si bien le va y no toma la culpa) de lo que está por
sucederle, el evento traumático producto de su errática o inexistente reacción
oportuna lo determina, deja una marca
que no se quita con reposo, por el contrario se esconde bajo el tejido
superficial y predispone probablemente la repetición de la misma conducta. Así
pues, un raciocinio inducido va poco a poco desgarrando la mente creando una
dependencia del chef y de su magnífico procesador, cuando deberíamos
estar buscando y viendo a nuestro alrededor con la absoluta certeza de que
encontraremos por medios propios la
lección del día, diariamente.
Invítame a ver, no a pensar. Dame el crédito de la
capacidad y resígnate a que yo haga con lo poco o mucho que advierta, lo poco o
mucho que pueda. Los grandes anfitriones del pensamiento tienen diferentes naturalezas, mismas que mueven sus vidas
a educar. Algunos hacen dinero con
ideas “revolucionarias” y “nuevas”. Otros hacen egos del tamaño de la osa mayor
justo cuando está por invernar, rechonchos. Algunos otros hasta construyen
proyectos de nación…
En el pensamiento hay que servir de anfitriones para el
regocijo y aprendizaje propios. Se vale compartir, no estoy peleado con la generación del compartir, pero hay que
ser cuidadoso con las formas de otra manera corremos el riesgo de desgarrar
fibras inelásticas en la cabecita de algún “cerebro apagadón”. Por otro lado, iluminar
por caridad… mmmmm… bueno, eso habla de algunas necesidades y fibras propias
que están rotas ya hacen muchas lunas.
No existen pues las ideas geniales,
hay sin embargo ideas oportunas y adecuadas para cada individuo/situación,
adoptar una idea “genial” en condiciones inadecuadas nos puede llevar a traumas
en un proceso íntimo del pensamiento, es decir, adoptar un martillo como herramienta
única del pensamiento no va a provocar que todo proceso tome forma de clavo, no
señor…
Invítame a ver, pero no señales. Señalar es reconocido
consensualmente como rudo y falto de educación. Señalar provoca y déjame
decirte algo más, señalar es, peligroso. Cuando un dedo señala tiene doble
filo… Doble dije? Más! Cuando una mano señala un dedo indica hacia fuera y 3
(si, tres), señalan hacia adentro, lo han notado? Señalar incrimina y evidencia
en más de una dirección.
No señales, invítame a ver, no a pensar…
Cuida tu
lengua, cuando hablas tanto como piensas (o incluso más de lo que piensas)
expones un déficit reflexivo que raya en lo nocivo y aturdes. Ser transparente
y comunicar de manera honesta lo que se piensa, dista mucho de parlotear como
un cabrón perico todo el jodido día…
Invítame a ver, no a pensar. No me cuentes lo que no sea
necesario, cierto y bueno. Esta filosofía no es mía pero, vieras que bien me
viene… No actúes por instinto, recuerda que tienes una vida propia, que muchas
personas cercanas a ti, necesitan tu tiempo, tu dedicación y tu miserable
compañía, no malgastes tu energía en curiosear en la vida de los demás.
Ya con ésta me despido, veamos si somos capaces de encontrar
la analogía de mi siguiente relato con parte de lo que he estado comunicando en
los anteriores párrafos.
-Hace algún tiempo ya, pasaba frente a un gran edificio
de departamentos, de esos muy fresones que están de moda hoy día. Se encontraba
la edificación casi ya en obra negra.
Abajo, a nivel del suelo, una escultural fémina deambulaba por el camellón de
la avenida frente al edificio… Bastó que un solo técnico de la construcción
(Homo-Albañilus) notase su presencia para que literalmente cientos de colegas
del primero se arrojasen casi al vacío asomando peligrosamente sus cuerpos
fuera de las ventanas para gritar a todo pulmón “piropos” y “cumplidos” de toda
índole: “Apachurro”, “Chupo y no escupo”, “fiú-fiú!” y mi favorito
(incomprensible) “Mamaciiiita”…
Me pregunto yo, a quién demonios que pasó nueve meses tratando
de salir de “ese” lugar, paradójicamente pasa el resto de su vida tratando de
meterse de nuevo allí a través de vulgares juegos de palabras… Además se le
ocurre traer a tema a su chingada madre¡!¡ Eso si es enfermo, qué influenza ni
qué las hilachas… Bueno, aquél espectáculo era tan conmovedor que la angelical dama, objeto del deseo de todos éstos
“Chiva-hermanos”, no tuvo alternativa más que dar rienda suelta a su risa
(gesto que se le agradece sobremanera, una mujer educada siempre debe saber dar
y recibir cumplidos des-in-te-re-sa-dos...) y seguir su marcha sin pena alguna.
Cuántos de estos hijos de la Santa Cruz actuaron allí de
una manera consciente? Me pregunto yo. Al más puro estilo de una jauría, solo
basta que el primer caliente se deje llevar por sus gónadas para que el resto
actúen por imitación y obligación, sí señor, porque si no lo haces entonces no
le gustan las mujeres y ya acabó siendo el mariquita… Conducta compulsiva?
Pensamiento compulsivo?...
El chef
siempre está cocinando algo, lo malo es que aunque no apetezcas te lo acabes
refinando porque todo mundo dijo: ay que rico!!! Pero realmente a nadie le está
gustando el vaporoso y verde mojón que recién le dejaron caer en el plato…
Al respecto también cabe
agregar que además de declararme un Chiva-hermano empedernido, tengo un gran
respeto por la profesión del técnico de la construcción, de no ser por éstos
grandes hombres, no tendría yo un léxico tan florido y más aún, un hogar dónde
vivir. Declaro falsa de toda falsedad cualquier acusación en mi contra por
conducta discriminatoria en el uso ilustrativo de tan pintoresco pasaje, que
además es cierto y verídico.
"Mi bendita manía de contar"… Yo aquí no educo ni
ilumino, nadamás cuento. Tan cierto es que les puedo decir que éste texto
contiene algo así como… 1365 palabras.
-Francisco Delfino.